La lectura es mi amiga fiel de Ruth Espinoza

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En mi niñez la conocí, presentándose en forma mágica en los cuentos.

Durante la adolescencia, dando pasos vacilantes en pos de un amor platónico me alejé de ella. Solía escribir su nombre en el pizarrón durante los recreos, testimonio de mi ilusión que cobijé en mi alma,  contemplaba su rostro, como si fuera una flor.

Al tiempo se fue, lágrimas de decepción brotaron por mis ojos encandilados de cada noche, los cerraba para ir a su encuentro, en las alas de mis sueños.

Aquel hombre solitario, con sabiduría, me condujo por el sendero de la palabra, hasta  encontrar un libro abierto con letras de oro, esperándome. Una voz afable clamó mi nombre, la seguí, era mi amiga lectura invitándome a viajar por el universo, recorrer parajes desolados, pletóricos y floridos.

Visitamos palacios, villorrios, navegamos por mares y ríos, fuimos en expedición a la selva, escalamos el monte de Sión y peregrinamos por la tierra redentora. Asimismo compartimos el sufrimiento, la alegría, la miseria y la riqueza de los personajes de las novelas. Fuimos prisioneras, luego libres, nos salvamos de situaciones complejas en nuestra aventura.

En ella me refugio cuando estoy atribulada. Su compañía la necesito en la búsqueda de mis aspiraciones, en la constante lucha por la vida y en la superación de los límites con que me marca el destino. Así consigo vislumbrar la vida de manera distinta,   aprender de otras realidades, y apreciar la belleza peculiar de los que, de algún modo, son marginados.

La lectura, mi amiga, me enseñó a conocer el amor a través de las palabras, y a expresar mis sentimientos de manera más convincentes, precisa, entregándome los recursos del lenguaje a fin de jugar con el tiempo y la creación, para luego dejar plasmada mi vida en un libro…

Ruth Espinoza Hall.

Imagen: Google.

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