AFGANISTÁN.

                                    

   Con asombro, tristeza y estupefacción se han visto las imágenes producidas en Afganistán después del día 15 de este mes de agosto del año 2021. Cientos y cientos de ciudadanos afganos intentando huir como sea, incluso de forma desesperada e ilógica aferrándose a las ruedas de aviones despegando. La razón de tal deses­peración. Después de la decisión de Estados Unidos de retirar sus tropas de Af­ganistán en mayo de este año, el ejército que Norteamérica preparó en Afga­nistán en veinte años de su intervención en el país. En tan sólo poco más de dos meses perdió el control del país a manos de la arremetida del Talibán.

   Esté conflicto no empezó hace casi veinte años con el atentado organi­zado por Al-Qaeda y el Talibán liderado por Osama Bin Laden contra Estados Unidos, no. Su origen es más antiguo, Afganistán está en un territorio que fue parte de los Imperios Persa Aqueménida, de Alejandro Magno y otros de me­nos renombre que los sucedieron. Imperios con sus distintas religiones como el zoroastrismo, el budismo y el islam. La independencia de Afganistán tiene poco más de un siglo, el 19 de agosto de 1919, siendo primero un reino, luego una república; en 1978 convertida en república socialista con el apoyo económico y militar de la entonces Unión Soviética.

   Es ahí cuando comienza el gran conflicto que entra en una espiral de violencia, guerras y guerrillas, donde cada bando intentaba imponer su forma religiosa y de hacer política. La guerra civil afgana comienza cuando los muyahidines fundamentalistas islámicos, se organizan siendo financiados y recibiendo suminis­tros y armamento de parte de Estados Unidos.

   Aún se vivía en un mundo divi­dido entre las dos potencias, Unión Soviética y Estados Unidos. Naciones que no se declaraban guerra abierta entre ella; claro está, se enfrenta­ban a través de conflictos que se producían entre países pequeños, estando bajo la influencia o control de uno de ellos. Países a los que las dos po­tencias apoyaban, si las circunstancias ameritaban entregaban armamento. Tal es el caso de la guerra civil afgana donde Estados Unidos apoyó y suministró armamento a los muyahidines y Unión Soviética a la república socialista. Después de catorce años en 1992, con más de seiscientos mil muertos estimados, la república socialista afgana fue derrotada estableciéndose el Estado Islámico, convirtiéndose Afganistán en el fracaso de Unión Soviética similar al que Vietnam significó para los Estados Unidos.

   Cabe señalar el interés de las naciones occidentales, como en su tiempo Unión Soviética, hoy Rusia, en esta zona no es otra que tener influencias en los estados o gobiernos en la región, por ser un territorio estratégico con la mayor cantidad de reservas de petróleo.

   En el estado de Afganistán convertido en un emirato islámico surge el Talibán. Movimiento organizado por los talib, estudiante religiosos que en su política aplicaron una visión más estricta y radical de la ley islámica Sharía. Ley que se ajusta a los procedimientos más tradicionales y conservadores del islam.

   Paradójicamente para Estados Unidos el mismo grupo que ellos entrenaron y armaron para luchar contra Unión Soviética, años después mucho más radicalizados arremetieron contra la poderosa nación del norte, perpetrando los atentados más increíbles y mediáticos de la historia, además fue transmitido a la mayor parte del mundo en directo el 11 de septiembre de 2001.

   La represalia de Estados Unidos no se hizo esperar. El talibán cayó junto a su régimen, sus líderes fueron perseguidos, Osama Bin Laden entre otros, acabaron muertos. En el 2004 con intervención estadounidense se establece una nueva república, la que el día quince de este mes de agosto del año 2021, ha vuelto a caer ante un nuevo ataque de los talibanes.

   Esto es a grandes trazos la historia, esos en grandes rasgos son los datos y las cifras. Pero lo que hemos presenciado va más allá de tan sólo cifras, como la que se estima entre 600.000 y 1.000.000 de muertos en la guerra entre el año 1978 y 1992. Hemos visto rostros de hombres, mujeres, y lo más dramático, niños. Rostros llenos de angustia, desesperación y temor. Miedo de estar una vez más, en medio de un conflicto no gestado por ellos, la población común, volviendo a pasar por encima, atropellando sus derechos, su libertad y sus vidas. Vidas que se pueden volver a convertir en cifras de muertos, desaparecidos, de exilios involuntarios, sin arraigo, sin patria, sin hogar. Más inconcebible es la situación en que están cayendo todas las mujeres afganas. Mujeres, adolescentes y niñas a las que sus derechos, como sus vidas están amenazadas de restringirse brutalmente. La semana recién pasada en una radio oí la noticia que los talibán hacían listas de mujeres y jóvenes para ser casadas con líderes fundamentalistas. Compromisos a los que se ven atadas sin que nadie les pregunte su opinión. Un retroceso de más de siglo y medio.

   Todo esto ocurriendo ante nuestros ojos en este primer cuarto del siglo XXI. Como las palabras que escribiera Joseph Conrad en su novela “El Corazón de las Tinieblas”; » Ya lo que vemos parece un viaje al corazón de las tinieblas de un tiempo arcaico y oscurantista». Palabras que Conrad puso en el personaje de Kurtz “Horror”.  

Texto: Escritor Marcelo Moyano Oyanadel.   

Fotografías: Google photo.

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