En la frescura de los Haikus Isabel Fernández nos deleita con su libro «Bienandanza» en la orilla del Haiku

Reseña de Antonio Daganzo, profunda, real como » la Naturaleza en su estado puro».
«Bienandanza» En la Orilla del Haiku
Publicado por, Mahalta Ediciones
Cuidad Real, España (2022)


            Cuando tuve ocasión de prologar La senda hacia lo diáfano, revelé e incidí en la pericia de la escritora y bióloga asturiana Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Mieres, 1947) a la hora de cultivar el haiku, o por decirlo con escrupulosa exactitud, la adaptación a nuestro idioma de esa forma tan reconocible de la poesía japonesa. Y lo dije porque aquel libro de 2018, dedicado a la Naturaleza de principio a fin, paradójicamente no incluía ningún haiku; o sea, en nuestro panorama actual, el tipo de composición preferido para ofrecer “una fotografía de la Naturaleza en estado puro”, como dije entonces. Los desarrollos descriptivos y líricos, tan bien planteados por la autora en La senda hacia lo diáfano, hallaron continuidad –por otros derroteros pero sin olvidar las coordenadas de un territorio de creación ya bien definido- en sus dos libros posteriores, El aire que rompe la niebla (2020) y En la línea que dibuja el instante (2021): obras con la sensibilidad a flor de piel y a flor de verso; obras de madurez literaria creciente en su rotunda sutileza. Rotunda sutileza, sí, que no hay en ello contradicción alguna, a pesar de ese oxímoron… que tanto nos evoca al haiku y sus dinámicas internas, precisamente. E insisto: quienes conocíamos el gusto de Isabel Fernández Bernaldo de Quirós por la estructura, digamos, canónica del haiku –tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, por ese orden- sabíamos que la aparición de este libro, de la rotunda sutileza del libro que tenemos ahora aquí, Bienandanza, era cuestión de tiempo. Felizmente, poco es el que ha transcurrido hasta su publicación. Y cabría añadir algo. Un argumento no menor. Si la autora se sentía o ha llegado a sentirse, de algún modo, en deuda con la forma milenaria del haiku, Bienandanza y sus páginas hermosas saldan, con creces, esa posible deuda de homenaje.

            Resulta interesantísimo advertir, comprender, disfrutar de las luminosas connotaciones que una disposición general como la que vertebra esta obra es capaz de arrojar sobre su contenido. “Esencias”, “Paisajes”, “Del paisaje, sus pobladores” y, por último, “Meses del año”: tres segmentos de paulatina concreción, como si el objetivo de una cámara fotográfica fuese poco a poco acotando el enfoque sin perder la noción de perspectiva, y una suerte de coda que, a la manera de la colección pianística Las Estaciones, de Piotr Ilich Chaikovski, se hace eco de las cuatro estaciones del año pasando revista a sus doce meses –cada uno con su haiku respectivo-. Una suerte de coda muy integrada en el espíritu del haiku tradicional. Toda la obra lo está, verdaderamente -Naturaleza, mirada en principio objetiva, revelación de una poética del instante en lo aparentemente nimio-. Y, sin embargo, cuántas, cuántas resonancias de otras culturas, y de los modos y maneras con que afrontamos el oficio del verso por estos lares, pueden sugerirnos estas pequeñas composiciones llenas de musicalidad nítidamente nuestra, de nuestra lengua. Llenas también de aciertos y de memorias –“Por el camino / se proyectan las sombras /  de los recuerdos”-. Letras, Naturaleza, lirismo acertarán a fundirse en un solo haiku –“Dentro de un libro / una rosa de otoño / habla de amor”- mientras, con mano hábil, la autora sabrá ir tejiendo el tapiz vaporoso de los hechizos. En varios y significativos instantes, del más difícil. Ese que lleva a preguntarse: ¿cómo estos versos aún no existían?

            “Muro callado. / Hablan por él las flores / y no lo sabe”. Si el muro es el silencio, estos haikus son flores. Doscientas dos. Fragantes y sutiles.
Disfrútenlas.
Antonio Daganzo



SIETE HAIKUS DE BIENANDANZA
SETTE HAIKU DI BENESSERE

      Tierno quejido
cuando cubres mi cuerpo
de primavera.

Gemito dolce
quando copri mio corpo
di primavera


    Dentro de un libro,
una rosa de otoño
habla de amor.

Dentro un libro,
una rosa d’autunno
parla d’amore

 


Siempre en el aire
naturaleza y música
vibrando en mí.

Sempre in aria
natura e musica
vibrano in me


    En la cascada
el eco de las aguas
salpica nubes.

Nella cascata
l’eco delle acque
schizzi nuvole.


 

  Muro callado.
Hablan por él las flores
y no lo sabe.

Parete zitta
parlano per lui fiori
e non lo sanno.


    Cuánto heroísmo
las flores que en la nieve
exhiben pétalos.

Quanto eroismo
gli fiori che sul neve
mostra petali.


    Primeras flores.
Y no importa el invierno.
Vuelan abejas.

Le prime fiori.
L’inverno non importa.
api volano.

Poeta , Isabel Fernández Bernaldo de Quirós

Poeta, Escritora: Isabel Fernández Bernaldo de Quirós
Texto, Antonio Daganzo
Traducción: Susanna Pallavicini
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