Reflexión de una mañana 11 de septiembre

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           Reflexión de una mañana 11 de septiembre.

Hoy el calendario anuncia once (11) de septiembre y me lleva a reflexionar caminando por momentos oscuros de la historia en varios países de este planeta. Pasajes que muchos queremos borrar, pero son dolores de esos tan fuertes deslizándose siempre en nuestra memoria. Evidentemente la memoria de los pueblos debe permanecer, debe ser instrumento de cambio, debe ser un llamado para no volver a escribir con la misma sangre.

No me queda más que recordar las palabras pronunciadas por mi padre, brotando lágrimas de miedo premonitorio en sus ojos, hace cuarenta y ocho años atrás: “No saben lo que es una guerra, no saben lo que es la muerte, ¿nunca lo habrán escuchado en este país?” Era italiano, fue uno más de esos que pisó esta tierra chilena buscando paz, buscando descanso en su mirar, conocían ya tanto dolor, pues las guerras, las matanzas, las destrucciones marcan nuestras almas mortales por siempre. Hoy a la luz de esos recuerdos, siendo una niña, pienso dónde ha estado nuestro aprendizaje, dónde hemos perdido la memoria. La humanidad sigue destruyendo sin dar permiso a convertirnos en seres más legítimamente fraternales.

He visto y he vivido tanta precariedad a lo largo de mi vida, tanta aflicción humana creada en las rendijas de las manos de hermanos. Por siglos nos vamos devastando de la misma manera cruel y aún con el paso del tiempo y los avances desavansados se trasforman en un escenario más sombrío. A tal punto que fue fácil confinarnos por más de un año con una pandemia que destruyendo a muchos nos construyó una nueva senda un nuevo camino, pero cuantos siguen hoy en ese holocausto de egoísmos, egos que solo dejan nacer el dolor. Cuantas muertes nos dejó este virus y aún seguimos necios, gastando nuestro olfato en pestilencias de sociedades basadas en el individualismo. No nos vemos, no nos escuchamos y, peor aún, solo nos juzgamos. Es esa guerra y mirada de la cual nos hablaba McLuhan, la aldea global ¡ El schok del reconocimiento! y en este concepto nos quedamos solos atiborrados de información muchas veces ignorando a ese Tú. Esa idea primitiva de mirar a los otros solo por aquello que nos pueden dar. Incluso las madres esperan algo de sus hijos, no ven solo disfrutar de esa poderosa creación en amor.

Y en este instante de pensamiento vuelvo a mi padre, hijo de un hombre que fabricaba bombas al llegar la guerra, destrucción que a causa del dictador nunca pudo frenar. Mi padre amaba este largo y hermoso país, sin dejar de pensar en todo lo que se podría lograr si cada chileno fuera capaz de mirar al hermano sintiendo que realmente vale la pena llamarse chileno. Sería tan simple observar cada regalo entregado por esta tierra, tenemos una barrera natural, nuestra Cordillera de los Andes con sus cumbres podemos aislar los pensamientos de inepcia que cada día llegan desde más allá de la frontera. El desierto más seco del mundo, todos los sabemos, sin embargo, no lo cultivamos de poesía, no lo llenamos de las ilusiones respetuosas de la palabra. Nuestros propios desiertos nos impiden saciarnos de las cascadas más puras de nuestro ser.  Vivir por lo que somos y no por aquello que esa aldea global nos muestra. Desesperados vamos al encuentro del más, siempre un paso más, necesitamos más, si tan solo en esencia y entendimiento nos sorprendiéramos por lo menos atisbando que el alma solo busca paz.

 Los 11 de este mes recordamos que no fuimos capaces de construir sin destruir, donde los flagelos inconscientes de fanáticas e irracionales creencias empañando la razón. Quizás mi reflexión no sirva para nada, pero son mis sueños, es mi verdad. Espero que a quienes amo les ayude a construir un universo más simple, y las utopías del gran Tomás Moro se transformen en realidad.

Nuestra revista quiere hoy ayudar a la nueva Asamblea Constituyente, aportando al cambio del lema en el Escudo Nacional

POR EL VALOR Y LA POESIA. o si prefieren POR EL VALOR DE LA PALABRA.

El equipo editorial les desea a todos los chilenos unas Responsables y Felices Fiestas Patrias.

Editora: Susanna Pallavicini

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